Elí, que para esa época debe de haber estado por los noventa años, reprendió a sus hijos con palabras que se pueden catalogar de tardías y débiles. Esas palabras de Elí son un ejemplo clásico de lo que es muy poco y demasiado tarde. Los padres que detienen la vara de la corrección, permiten que sus hijos se echen a perder aquí, y contribuyen a su perdición en la eternidad. En contraste, Samuel es un bello ejemplo de las bendiciones que vienen de guiar a los niños desde pequeños en los caminos del
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